El Síndrome del Nido Vacío hace referencia al conjunto de síntomas que experimentan los padres cuando los hijos comienzan a independizarse. Este hecho, puede entrar dentro de la normalidad debido a que es una etapa evolutiva de los seres humanos, el problema comienza cuando la sintomatología es tan intensa que interfiere en la vida diaria de los padres.
Los síntomas más comunes que se pueden encontrar son tristeza, depresión, anhelo, soledad, melancolía, pérdida del sentido de la vida o falta de motivación para hacer ciertas actividades, entre otros. Este estado se puede dar en todos los miembros del hogar, pero es más acusado en los progenitores. En algunas familias, la sintomatología puede aparecer con la ida del primer hijo, mientras que en otras sucede de forma progresiva conforme se van marchando.
¿Cómo anticiparse a ello?
Es importante que se planifique la mudanza con antelación. Esto ayudará a la aceptación del proceso con mayor facilidad. Tener una participación activa también favorecerá a la minimización de la sintomatología.
Además, un factor protector a tener en cuenta es dedicarse tiempo a uno mismo y aprovechar este periodo como una oportunidad para centrarse en nuevas ilusiones, actividades u objetivos pendientes; escuchar qué queremos y crecer a nivel personal y/o profesional.
En conclusión, cuando el hijo abandona el hogar comienza a formar una nueva familia. Es importante que se fomente esta autonomía, ya que no implica una pérdida sino una transformación. Los padres siempre continuarán formando parte de su vida, aunque de forma diferente. Deben aprender a desarrollar esta nueva etapa elaborando reglas a fin de participar en la vida de sus hijos y adaptarse para funcionar solos en su propio hogar. Comienza así un nuevo ciclo.