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Estrés laboral y nuevas tecnologías

Trabajadora con diferentes aparatos electrónicos

 

En la actualidad la palabra tecnoestrés como ya ocurre y aún en mayor medida con la segunda parte de la misma (el estrés), hace referencia a un concepto muy amplio de problemas relacionados con el uso de las nuevas tecnologías. Esto a pesar de que en su origen, en los años 80 y atribuido al psiquiatra Craig Brod, se trataba de un concepto bastante concreto que hacía referencia a un problema de adaptación derivado de la falta de habilidad para trabajar con la nuevas tecnologías.

El concepto se ha ido ampliando y abarcando no solamente la esfera laboral, sino también la de la vida cotidiana, especialmente la de los jóvenes. Se podría definir como un estado psicológico negativo relacionado con el uso de las tecnologías de la información (TIC) y la incapacidad para gestionarlas de manera saludable.

Por lo que a la esfera laboral se refiere, según un estudio del Observatorio de Prevención de Riesgos Laborales, entre las causas del tecnoestrés se encuentra la necesidad de los trabajadores de usar las TIC y los recursos de que se dispone para satisfacer estas exigencias como, por ejemplo, el móvil, el correo electrónico, la comunicación mediante aplicaciones de mensajería instantánea o el uso de ordenadores portátiles o tabletas.

El trabajador debe saber desenvolverse con nuevas tecnologías y estas cambian constantemente, tiene así la exigencia de estar constantemente actualizándose y jamás llega a sentirse del todo preparado.

El informe alerta de que uno de cada tres (34%) encuestados considera que el uso excesivo de las tecnologías de la información (TIC) en el trabajo le produce problemas o consecuencias negativas como bajo rendimiento, fatiga visual, posturas inadecuadas, discusiones de pareja o no dejarle tiempo para salir con sus amigos.

Pero, a esto se le suma que el uso continuado de las TIC se extiende fuera del horario de trabajo y llega a invadir la vida personal. .

Las tecnologías en general y, las redes sociales (RRSS) en particular, han sido sin duda alguna una evolución en la sociedad. Las redes son una forma accesible y rápida de conocer tanto las últimas noticias que nos interesan, como de seguir los pasos de ídolos, además son un medio para a estar en contacto con amigos o conocidos que probablemente vivan a kilómetros de nosotros. Nos ofrecen un sinfín de posibilidades y ventajas, pero también tienen una parte negativa mas difícil de detectar: el uso inadecuado de las redes sociales puede crear estrés, dependencia o incluso desequilibrio emocional.

Después de la manifestación de los primeros síntomas, el organismo puede manifestar diferentes patologías como gastritis, úlceras, problemas dermatológicos, insomnio, hipertensión o problemas cardiacos. Problemas de memoria y concentración. Ansiedad, irritabilidad, frustración, ira y depresión.

Según el Estudio Anual de Redes Sociales 2019, el 85,5% de los internautas de 16-65 años utiliza Redes Sociales, lo que representa más de 25 millones usuarios en España. Respecto a las preferencias, la más usada es YouTube, utilizada por un 89%, seguida de WhatsApp, con un 86%, y Facebook, con un 79%.

Un estudio realizado por la Universidad de Glasgow señala que en torno a un 20% de los adolescentes pasan cinco horas o más en aplicaciones como Instagram, WhatsApp y Facebook todos los días retrasando la hora de acostarse para estar “conectados” , afectando a su descanso.

El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) diferencia tres tipos de tecnoestrés:​

  • La tecnoansiedad es el tipo de tecnoestrés más conocido, en donde la persona experimenta altos niveles de activación fisiológica no placentera, y siente tensión y malestar por el uso presente o futuro de algún tipo de TIC. La misma ansiedad lleva a tener actitudes escépticas respecto al uso de tecnologías, a la vez que pensamientos negativos sobre la propia capacidad y competencia con lasTICs.
  • La tecnofatiga se caracteriza por sentimientos de cansancio y agotamiento mental y cognitivo debidos al uso de tecnologías, complementados también con actitudes escépticas y creencias de ineficacia con el uso de TICs. Un tipo específico de tecnofatiga es el llamado: síndrome de la “fatiga informativa” derivado de los actuales requisitos de la Sociedad de la Información y que se concreta en la sobrecarga informativa cuando se utiliza Internet. La sintomatología es: falta de competencia para estructurar y asimilar la nueva información derivada del uso de Internet, con la consiguiente aparición del cansancio mental.
  • La tecnoadicción es el tecnoestrés específico debido a la incontrolable compulsión a utilizar TIC en “todo momento y en todo lugar”, y utilizarlas durante largos períodos de tiempo. Los tecnoadictos son aquellas personas que quieren estar al día de los últimos avances tecnológicos y acaban siendo “dependientes” de la tecnología, siendo el eje sobre el cual se estructuran sus vidas.

Para identificar el tecnoestrés es necesario conocer tanto sus causas como los síntomas que produce y a los que ya hemos hecho referencia para así poder detectarlo con la mayor antelación posible y a poder ser prevenirlo. Esta última siempre es la mejor de las intervenciones .

Existen herramientas específicas para valorar el tecnoestrés, especialmente en el ámbito laboral. Una de ellas desarrollada en España en la Universidad Jaume I de Castellón, el RED-TIC. Esta herramienta valora tanto el uso de las TIC como los riesgos psicosociales asociados a las mismas y también las consecuencias de su uso tanto a nivel afectivo como actitudinal y cognitivo.

Podemos resumir en diez puntos las pautas para reducir el tecnoestrés en el trabajo. Las 5 últimas aplicables también al tecnoestrés fuera del ámbito laboral.

  1. Organiza bien tu jornada laboral. Planifica tu agenda del día, sin sobrecargarla de actividades y gestionando los imprevistos con flexibilidad. En caso de falta de tiempo, selecciona las tareas más importantes según las prioridades y, si es posible, delega. Aprende a decir no o, en la medida de lo posible, a pedir más recursos.
  2. No te lleves el trabajo a casa. Desconecta en todos los sentidos: no te mantengas pendiente del móvil o el portátil. Tampoco permitas que las conversaciones se centren en los asuntos pendientes o posibles problemas. Tras la jornada laboral o durante el fin de semana, intenta cuidar y disfrutar de tu ocio y de tus relaciones personales y familiares. Si puedes hacerlo, desconecta el teléfono o déjalo aparcado durante tu tiempo de ocio.
  3. Separa tu vida laboral de la personal, también en las tecnologías. Emplea líneas de teléfono o incluso aparatos diferentes para ambas facetas de tu vida. Fuera de tu jornada laboral, apaga el móvil de trabajo y no envíes correos laborales a compañeros. Si solo usas un teléfono, desconecta la cuenta o sus notificaciones, al menos en tu tiempo libre.
  4. La inmediatez no siempre te afecta. Es importante distinguir lo urgente de lo importante: si ese correo puede o no esperar a mañana sin afectar tu trabajo. Asegúrate de que existe una delegación clara para los asuntos urgentes cuando estás en tus horas de ocio, vacaciones o fines de semana.
  5. Fórmate, si es necesario. Si sientes que no estás preparado para manejar determinadas tecnologías, valora inscribirte en cursos que te capaciten para ello o pide ayuda a quien sí las domine. Así harás que la herramienta trabaje para ti, ganarás confianza y reducirás el nivel de ansiedad, además de saber cómo activar funciones que te ayudarán a desconectar, como la de “No molestar” para móvil o “Leer o Enviar más tarde” para emails.
  6. Aprende técnicas de autocontrol. Practicar de manera regular actividades como relajación, meditación, mindfulness te ayudará a neutralizar la activación fisiológica del organismo que produce el estrés y te proporcionará un mayor control de los pensamientos y de las emociones.
  7. Cuida tu dieta. Sigue una dieta saludable, variada y equilibrada, que incluya frutas y verduras. Mantén horarios regulares y tómate siempre tu tiempo para comer con calma. Además, evita las bebidas con cafeína o alcohol o, si las consumes, hazlo con moderación.
  8. Haz deporte de manera regular. El ejercicio físico reduce la intensidad del estrés y ayuda a que los episodios duren menos, además de fomentar una sensación de bienestar, siempre que no se haga por obligación. La mayoría de los expertos recomiendan dos horas y media de actividad aeróbica a la semana como correr, montar en bicicleta o nadar, siempre en función de tus capacidades y gustos.
  9. Respeta las horas de sueño. Afrontarás mejor cualquier conflicto o situación compleja en tu día a día laboral. Trata de ir a dormir siempre a la misma hora y descansa, como mínimo, siete u ocho horas cada noche.
  10. Recurre a ayuda profesional si es necesario. Si, tras aplicar las anteriores medidas, sigues sin ser capaz de manejar el estrés , recurre a la ayuda profesional.

En la actualidad, hay un notable incremento de problemas de salud derivados del tecnoestrés. No es algo nuevo, lleva varios años en aumento progresivo, pero se ha producido un salto a la alza a partir de la pandemia de la COVID-19. En el ámbito laboral, debido sobre todo al incremento sustancial del teletrabajo y de la escolarización online y, relacionado con lo anterior , a nivel personal debido a un mayor aislamiento que ha disparado el uso de videollamadas, redes sociales, juegos online, etc como modo de interacción social y hasta familiar.

Esta entrada apareció publicada en el Suplemento de Salud del periódico La Nueva España el pasado viernes 18 de Junio de 2021, bajo el titular “Tecnoestrés: cuando la tecnología devora a las personas”. Nos gustaría que si no tuvieron la oportunidad de leerlo, pudiesen acceder al mismo a través de nuestro blog.

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