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Síndrome de Alienación Parental

El Síndrome de Alienación Parental (SAP) fue introducido por el psiquiatra estadounidense Richard Gardner en 1985. El SAP hace referencia al trastorno caracterizado por el conjunto de síntomas que resultan del proceso por el cual un progenitor (generalmente el conviviente) transforma la conciencia de sus hijos mediante distintas estrategias, con objeto de impedir, obstaculizar o destruir sus vínculos con el otro progenitor (el no conviviente), hasta hacerla contradictoria con lo que debería esperarse de su condición. Esto se debe a que el progenitor alienador somete al menor hacia una marcada polarización, provocando en él un rechazo hacia el otro progenitor lo que conlleva a un empobrecimiento o incluso la anulación de la relación hijo-progenitor rechazado injustificadamente.

Estadios del SAP

Se pueden diferenciar 3 fases o estadios según el grado de alienación:

Estadio I o ligero: existen pocas dificultades en la relación hijo-progenitor rechazado, y el hijo intenta conservar un lazo sólido.

Estadio II o medio: el progenitor alienador emplea varias tácticas para excluir al otro. Los hijos no quieren decepcionar al progenitor alienador intensificando, en presencia de este, el rechazo hacia el otro. No obstante, siguen aceptando irse con el progenitor alienado.

Estadio III o grave: hijos muy afectados y sometidos, con las mismas ideas que el progenitor alienador. Ante las visitas del progenitor rechazado entran en pánico, se vuelven destructores y piden volver con el otro progenitor. Los síntomas refuerzan el lazo patológico que tienen con el progenitor alienador.

Comportamientos del progenitor alienador

Hay ciertos comportamientos que son bastantes llamativos a la vez que explícitos y clásicos de un progenitor alienador en la relación entre los menores y el progenitor rechazado. Algunos de ellos se pueden agrupar de la siguiente forma:

  • Dificulta la relación del otro progenitor con el menor obstaculizando las conversaciones telefónicas, interceptando el envío de paquetes, …
  • Entorpece el derecho de visitas. Puede llegar a organiza varias actividades con los hijos durante el período que el otro progenitor debe normalmente ejercer su derecho de visita.
  • Favorece que el otro progenitor tenga “olvidos” o “fallos” facilitando de esta forma que los menores tengan actitudes de rechazo hacia él e interpretando desinterés por ellos; por ejemplo, no avisar al otro progenitor de las citas importantes (dentista, psicólogo, médico), de actividades extraescolares o impidiendo el acceso a los expedientes escolares y/o médicos de los hijos.
  • Desvaloriza al otro progenitor delante los hijos bien con la ropa que les haya comprado o con los regalos que les haga. Cualquier cosa que provenga del otro no será bien recibido. Menosprecia a la pareja de este, mientras que ensalza las virtudes de su nueva pareja presentándolo/a como su nuevo padre/madre.
  • Deja de lado al otro progenitor siempre que le sea posible impidiendo lo máximo posible que participe en la vida de sus hijos. Por ejemplo, irse de vacaciones sin los hijos y dejarlos a cargo de otra persona, aunque esté disponible y voluntario el otro progenitor; no consultar las decisiones importantes a propósito de los hijos como elección de actividades extraescolares, cambios de grupo o elección de colegio.
  • Reprochar al otro progenitor que debido a su comportamiento sus hijos no lo/a quieren.

Estos comportamientos de los adultos tienen en los menores unas consecuencias a nivel emocional. Los menores rechazan, critican y desprecian al progenitor señalado sin sentimiento de culpa por ello, esto les hace que manifiesten una conducta agresiva. Debido a este rechazo, puede que tengan algún tipo de somatización o conducta ansiosa por el deseo de evitar el contacto con el progenitor. Pueden crear un sentimiento de dependencia emocional hacia el progenitor alienador repercutiendo en su sentimiento de seguridad. Además, pueden presentar problemas tanto en la comprensión como en la expresión emocional debido a la manipulación.

Es importante que el progenitor rechazado mantenga el régimen de visitas, realice actividades gratificantes para los niños, empatice con ellos y no los culpabilice de la alienación que están sufriendo. Además, es necesario que no intente redirigir la alienación hacia el otro progenitor.

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