A veces la mente puede convertirse en una radio que no se apaga. Repite una y otra vez el mismo pensamiento, provocando el mismo miedo, la misma preocupación o la misma duda. Por más que intentemos cambiar de emisora, el ruido sigue ahí. Así puede sentirse una persona que convive con un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC4834420/
Cuando nos referimos al TOC, estamos hablando de algo que va más allá de una simple manía. Es habitual, dada la gran difusión (no siempre afortunada) de términos psicológicos y psiquiátricos, que mucha gente use la palabra TOC para hablar de manías cotidianas: tengo TOC con el orden, soy muy de limpiar… Pero el TOC como categoría diagnóstica, va mucho más allá de la simple necesidad de tener las cosas limpias, en su sitio o de otro tipo de manías cotidianas.
En un trastorno obsesivo, las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos que aparecen sin invitación, provocando ansiedad, culpa u otro tipo de malestar.
Las compulsiones son los actos (mentales o físicos) que la persona realiza para aliviar esa angustia.
A modo de ejemplos:
- Si aparece el pensamiento “¿y si hago daño sin querer a alguien?”, la persona puede pasar horas revisando mentalmente si lo ha hecho, buscando certezas que le saquen de la duda.
- Si surge el miedo a los gérmenes, puede lavarse las manos una y otra vez hasta que duelan.
Aunque la persona que sufre el trastorno, salvo en los casos muy graves, sabe diferenciar que tanto esos pensamientos como los actos o pensamientos de ellos derivados para intentar aliviar el malestar no tienen sentido, el alivio que siente al realizarlos es tan intenso (y breve) que el ciclo se repite una y otra vez. Lo que por lo general, lejos de constituir una solución, supone un agravamiento del problema y va creciendo el bucle invisible que caracteriza a este tipo de trastornos.
- Aparece la obsesión, el pensamiento
- Sube la ansiedad, el miedo, la preocupación
- Se hace la compulsión: una conducta o un ritual para clamarse, ya sea en forma de comportamiento o de pensamiento
- A corto plazo la persona logra liberarse de la ansiedad, pero lo hace de un modo “inadecuado”, haciendo caso a un pensamiento que es irracional y actuando repetidamente de una forma con apariencia de alivio que, únicamente está manteniendo el antedicho bucle y agravando el problema a largo plazo. El alivio de la ansiedad solo será momentáneo, es probable que la persona necesite repetir y dedicar cada vez más tiempo y energía a estos pensamientos y conductas.
Y así, poco a poco, el TOC ocupa cada vez más espacio en la vida diaria. No porque la persona quiera, sino porque los pensamientos, la ansiedad y las compulsiones, es probable que le resulten cada vez más incontrolables.
El TOC no es falta de fuerza, ni exceso de sensibilidad. No es debilidad.
Con terapia basada especialmente en el control de la activación, exposición y prevención de respuesta, la persona aprende a tolerar la incertidumbre, a dejar pasar los pensamientos sin actuar sobre ellos, a perderles el miedo y a romper poco a poco ese bucle invisible, a medida que adquiere un control real sobre el trastorno.
No se trata de eliminar los pensamientos, sino de cambiar la relación con ellos.
Dejar de luchar contra los pensamientos y aprender a “manejarlos” de un modo más adaptativo y sano para la persona.
La mente puede ser un lugar ruidoso, pero también puede aprender a encontrar calma entre el ruido.
















