Las personas que conviven con un perro saben que la vida cambia cuando este compañero peludo entra por primera vez en nuestra casa. Pero, además de todas las responsabilidades que conlleva su cuidado, estos cambios también nos traen varios beneficios para nuestra salud mental.
Por un lado, el vínculo que se forma entre la persona y el perro es muy especial, siendo una fuente de cariño y generando apego. Así, al acariciar al perro se genera oxitocina, hormona relacionada con el bienestar y con los vínculos emocionales.
Por otro lado, diversos estudios (por ejemplo) han asociado la tenencia de un perro con una mayor facilidad de socialización, de establecer el vínculo de la confianza en las relaciones interpersonales y de tener una mayor participación en eventos comunitarios. En los paseos con los perros se facilita el entablar conversaciones con otras personas, ya sean desconocidos por la calle o tutores de otros perros, conociendo más a otros integrantes de la comunidad y tejiendo relaciones con ellos. Estas relaciones incrementan la red de apoyo social de la persona, factor protector para el desarrollo de diferentes patologías de salud mental.
También se está estudiando la percepción de seguridad que tienen las personas al ir por la calle con un perro. Se ha observado que las personas se sienten más seguras al ir acompañadas con un perro que al ir solas por la calle, siendo más notable en las mujeres que en los hombres. Asimismo, se ha señalado que una persona con un perro por la calle genera más confianza que una persona sola.
Otro beneficio asociado a la convivencia con un perro es la mejora de la salud general y la disminución de probabilidad de sufrir enfermedades, esta se deriva incremento del ejercicio físico asociado a la tenencia de un perro, y también a la mejora en la calidad del descanso de estas personas.
Por último, otros estudios afirman que la convivencia con un perro se relaciona con una mayor autoestima, un mejor estado anímico, una menor tasa de depresión, una mayor satisfacción con la vida y un menor sentimiento de soledad, un gran impacto positivo en nuestra salud mental.
Con todo esto, no se debe olvidar la responsabilidad que se asume al acoger a un animal, con todos sus cuidados físicos y emocionales, su educación, sus controles sanitarios, y los cambios en nuestras rutinas derivados de todo lo anterior. Hay que contemplar todos los aspectos antes de tomar una decisión tan importante como es hacerse responsable de un animal.