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DIETAS MODRENAS: CUANDO COMER SANO SE CONVIERTE EN UNA OBSESIÓN

manos atadas con cinta metrica sujetando un plato con tres frutas partidas y un letrero encima que pone en negro y mayusculas diet

 

Hoy en día, hablar de alimentación está de moda. Abres Instagram y ves batidos verdes, bowls perfectos de avena, cuerpos fit que prometen salud y felicidad, y retos de 21 días para resetear tu metabolismo. Comer bien, en principio, suena como algo positivo. Pero, ¿qué pasa cuando lo saludable se vuelve una obsesión? ¿Dónde está el límite entre cuidarse y caer en un trastorno de la conducta alimentaria?

Cada vez hay más personas diciendo que solo quieren comer limpio, evitar los ultraprocesados o seguir una dieta keto o detox porque es lo que todos hacen. Pero, al explorar más a fondo, detrás de esa fachada de autocuidado muchas veces se esconde ansiedad, culpa, miedo a engordar y una autoexigencia desbordante.

 

Las dietas modernas: un caldo de cultivo silencioso

La mayoría de estas nuevas corrientes alimenticias no se presentan como dietas en sí, sino como estilos de vida. Esa es justamente una de las trampas más peligrosas. Porque cuando una dieta se convierte en una identidad, es más difícil cuestionarla o abandonarla. Y cuando algo tan básico como alimentarse empieza a estar dictado por reglas rígidas, la relación con la comida se vuelve cada vez más tensa.

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), como la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón, no aparecen de la noche a la mañana. Se van gestando poco a poco, muchas veces disfrazados de hábitos saludables. Y muchas veces, quienes los padecen no se dan cuenta hasta que están atrapados en un ciclo de culpa, restricciones y pérdida de control.

 

Cuando el cuerpo es un proyecto eterno

Estas dietas modernas perpetúan la idea de que el cuerpo debe estar en constante mejora. Que nunca es suficiente. Siempre hay una nueva rutina, un nuevo superalimento, un nuevo reto. Esto alimenta una cultura de insatisfacción corporal, donde el bienestar se mide por el número en la balanza o el porcentaje de grasa corporal.

El problema no es querer cuidarse. El problema es cuando ese cuidado viene cargado de miedo, culpa y rigidez. Cuando se come más por lo que dicen las redes que por lo que necesita el cuerpo. Cuando el placer desaparece y la comida se convierte en una fuente de angustia.

 

¿Qué podemos hacer?

  • Cuestionar las modas: No todas las tendencias son malas, pero vale la pena preguntarse qué hay detrás. ¿Estoy eligiendo esto por salud o por miedo? ¿Me hace sentir bien o me genera ansiedad?
  • Escuchar el cuerpo, no solo a los influencers: El cuerpo tiene una sabiduría propia. Tiene hambre, se sacia, necesita variedad. Aprender a reconectar con esas señales es más poderoso que cualquier dieta.
  • Hablar sin miedo: Si sientes que tu relación con la comida te genera malestar, no estás sola/o. Buscar ayuda psicológica no es una debilidad.
  • Recordar que la salud es mucho más que la alimentación: También es descanso, vínculos sanos, movimiento libre, risa, y sobre todo, paz mental.

 

En resumen…

Las dietas modernas no son el enemigo, pero pueden ser un lobo con piel de cordero. Es importante mirar más allá del envoltorio bonito y preguntarnos: ¿esto me está ayudando o me está esclavizando? Porque la verdadera salud no debería doler, ni asustar, ni controlarte. Debería darte libertad.

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